Las pinturas de Kevin Morrissey son una reacción al hecho de haber crecido en el sur de los Estados Unidos. Fue un niño juguetón de ojos despiertos, un adolescente cabalgando la angustia y un jovenzuelo buscando sentar la cabeza.
La preparación de la superficie y los fondos son las partes más importantes de sus obras, que son cuidadosamente construidas y a la vez deconstruidas, para así parecerse a los vestigios de la presencia industrial y agrícola del sur de los Estados Unidos.
Kevin utiliza la iconografía del sur para contar historias parciales sobre sus esperanzas y miedos en su propia búsqueda de su identidad. Las pinturas del autor son por tanto una búsqueda sobre sí mismo y su identidad, así como también sobre los cambios en su hogar en el sur de los Estados Unidos.